Almudena Ruíz de Huidobro, profesora de Historia del Colegio San José SS.CC.
Tras el fallecimiento de Almudena el 2 de agosto de 2016, el antiguo alumno Juanele Zafra Benjumea, publicó este artículo que nos ha cedido para su publicación.
EN RECUERDO DE ALMUDENA RUIZ DE HUIDOBRO
(**Almudena Ruiz de Huidobro ha sido profesora de Historia del Colegio San José SS.CC, Los padres Blancos, durante décadas, en el barrio de Los Remedios. Ha fallecido el dos de agosto de 2016, acompañada de sus seres queridos, como consecuencia de un cáncer)
Se va Almudena Ruiz de Huidobro. Nos ha dejado una gran mujer. A pesar del dolor, surge el recuerdo y este humilde homenaje de alguien que no fue más que su alumno, pero que siempre la recordará con admiración. Esperando no incomodar a los que la conocisteis más, escribo.
Dicen que hay muchas maneras de empezar a hacerte adulto. Quizás con el primer beso, cuando ya puedes votar… Incluso cuando pasas de la EGB a BUP… o de la ESO al Bachillerato. Pero para varias generaciones de estudiantes, para todos los que fuimos al colegio San José SS. CC. de Los Remedios, sabías que te hacías mayor cuando Almudena podía ser tu profesora de Historia.
Sin ánimo de desmerecer la labor de todos los demás profesores que he tenido la suerte de disfrutar, ella marcaba un verdadero punto de inflexión. Se acaban todas las dispensas y las excusas. Ella era infalible exprimiendo nuestras posibilidades. El septiembre que te tocaba Almudena te convertías en un adulto. Y sucedía de un zarpazo.
Recuerdo que tardó en cogerme. No me llegó hasta primero de Bachillerato (lo que es tercero de BUP desde la LOGSE). Nunca olvidaré el primer examen que nos hizo. Yo estaba tan motivado por ella que decidí hacer algo que no había hecho jamás: estudiar. Clavé los codos como nunca antes. Fotocopié los apuntes de los compañeros más espabilados y pasé tardes enteras memorizando datos y fechas. La materia comprendía desde el arranque de la Revolución Francesa hasta la coronación de Napoleón como emperador de Francia. Los amigos hacíamos cábalas, interrogábamos a los de los cursos superiores… ¿qué podría preguntar? ¿Qué entraría y qué no? Esto sucedió hacia diciembre de 1998. Yo tenía 17 años y es como si la pudiera ver. En el encerado, recta como una vela, dando el frontal, ataviada con su mítica bata blanca, disfrutaba diciendo cada palabra: “Muy bien, chicos. El examen consta de una única pregunta”… Los murmullos se disparaban y ella los silenciaba sólo arqueando una ceja. Todos callábamos, ansiosos. Por fin soltó el enunciado que llevábamos días esperando: “En el momento el que Napoleón se corona Emperador, ¿se cumplen los preceptos de la Revolución Francesa?… Justifique se respuesta”.
¿¿¿Cómo podía ser tan malvada??? ¿¿¿Cómo tan osada??? ¡No sólo pretendía darnos Historia! No, eso a ella no le bastaba. Almudena Ruiz de Huidobro nos enseñaba A PENSAR.
Los que conocimos a Almudena sabemos que sería rácano y bastante equivocado hablar de ella sólo como maestra y evaluadora. Había más. Porque no sólo nos enseñaba Historia. Nos enseñaba a ser personas. Una pequeñísima anécdota me viene a la cabeza. Recuerdo el día que mi querida compañera Elenita Gordillo le dijo en clase: “Almudena, lleva usted el mismo pañuelo que la semana pasada”… (Sólo los que estudiasteis en el cole entenderéis esto pero la frase de mi amiga Elenita era una evidente alusión al venerado estilismo de Rosario Cartaya. A Elenita y a mí nos encantaba hacer competir, de alguna manera, a Rosario Cartaya con Almudena y viceversa. Mucha gente tiene al Madrid y al Barça… Los que estudiamos en los Padres Blancos tuvimos a Almudena y a Rosario. Ellas sí que han sido dos galácticas de la enseñanza). Así que Almudena fulminó con esa mirada suya a Elenita y le respondió: “Es preferible tener un pañuelo bueno… que diez malos”. Y nos convenció. A día de hoy tengo un muy buen chaquetón de cuero. Con él he vendido miniseries en Telecinco, en Antena 3 o en TVE. Cuando me lo compré, me dije: “Mejor uno bueno que diez malos”. Hasta de estar presentable se aprendía con Almudena.
Tenía Almudena esa elegancia de las personas que veranean en Santander. Y esa ternura que, nos guste o no, sólo tienen las madres. Creo que todos los que hemos sido sus alumnos recordamos perfectamente su olor. Era una agradable mezcla de perfume y talco. ¿Tú también eres capaz de recordarlo? Seguro que sí. ¿Y cuando te dolía la cabeza y, sin titubear, ponía sus labios en tu frente como si le preocuparas tanto como su propio hijo? ¿¡A que eres capaz de recordarlo!? ¡Cuánto amor desprendía!
Una vez me dijo Almudena: “Juanito, cuida a tu madre. Tiene muchísimo mérito”. Yo no la entendí. ¿Qué mérito tenía mi madre? ¿Acaso no era una madre normal? Entonces reflexioné… Mi madre se había quedado viuda, con cuarenta y cinco años y seis hijos, con edades entre los 10 y los 23. Joder. Pues sí que tenía mérito mi madre. Y yo sin darme cuenta. Desde ese día me convertí en un adolescente mucho menos díscolo y más colaborador. ¡No creáis que termina aquí la cosa! Años más tarde me contó mi madre: “He estado con Almudena en el Tenis Betis. Y me ha dicho: “¡Amparo, qué mérito has tenido siempre! Viuda como te quedaste con seis hijos y jamás vimos uno que tuviera ni siquiera un botón mal cosido, una cabeza despeinada, un simple boquete en un chaleco… ¡qué mérito el tuyo! ¡Cómo te has ocupado!”… Así era Almudena de generosa. No le bastaba con admirar, ella lo verbalizaba. Porque, además de excepcional, fue, ya lo dije, generosa.
Todos los que hemos sido sus alumnos la hemos admirado. No sé si era inevitable, obligatorio o las dos cosas a la vez. ¿Cómo olvidar su energía y su pasión a la hora de intentar hacernos comprender el mundo?
Esta madrugada suena sin descanso el grupo de WhatsApp de los antiguos alumnos del cole nacidos en 1981. Somos casi tantos como éramos entonces en clase, todos hablamos, desolados. Pese al dolor, no puedo evitar dibujar una sonrisa en mi rostro. Porque sé que cada tarde, mientras desempeño mi trabajo en “Sálvame” –tratando de entretener a millones de espectadores– mucho de lo que aprendí de ella me acompaña. Y a escasos metros, tan cerca que desde mi redacción veo su puerta, en Cofares, trabaja Rafa, un ingeniero formado en el colegio que pone su talento al servicio de distribuir medicamentos por todo Madrid. A escasa distancia está Belén, que trabaja en Vodafone, ayudando a la sociedad a comunicarse… Es imposible nombrarlos a todos, pues Almudena marcó generaciones. Y si de Cayetana de Alba se decía que podía cruzar España a caballo pisando sólo sus propiedades, de Almudena diremos que puede viajar por medio mundo apoyándose en los corazones de los que fuimos sus alumnos. Porque allí donde haya alguno de nosotros trabajando estará su esencia en nuestra manera de hacer las cosas.
Así que se va Almudena. La profesora, la mujer, la madre, la abuela. Aquella que era ejemplo de una cosa de la que ni siquiera se hablaba: la conciliación. No sólo aprendimos Historia, sino que nos enseñó a ser personas. A hacernos preguntas y a responderlas. Se nos ha ido justo cuando le tocaba jubilarse. Qué irónico. Se apaga ella y se apagan sus clases.
Pero no su luz. Todos los que hemos sido alumnos de Almudena la llevaremos siempre en el alma. Porque nos enseñó mucho más que Historia. Nos enseñó a ser adultos. Siempre la recordaremos.
Almudena, ella, es Historia.
DEP
Yo soy del 76, y entre en primero de BUP donde fue además mi tutora. Aún hoy recuerdo sus clases, intensas y prácticas. Creo que fue la primera en considerarnos adultos. Una suerte haberla conocido.
Considero a Almudena, una de las mejores profesoras que he tenido. De ella me quedo con su inteligente humor y con su obsesión para que aprendiéramos a relacionar. También recuerdo, cómo hizo que me esforzara para sacar lo máximo de mí misma; y lo consiguió.
Luego, ya siendo profesora yo, hemos charlado sobre educación y seguía con la misma pasión e interés por esta profesión tan denostada.
Gran educadora y maravillosa persona. Un ejemplo a seguir, sin duda alguna.
Gracias por este artículo, que nos lleva a lugares tan felices.
Que bonito…la profesora de quien mejor recuerdo y más cariñoso tengo…como dice el texto, ese cariño maternal que despedía…recuerdo que un día me mando a casa porque no me había acostado estudiando. Me dijo que no podía hacer el examen así, que descansara y que volviera mañana a hacer el examen. Fue tan generosa…la pena es que no llegue a volver a verla porque mi hija entró al año siguiente de su fallecimiento en el cole…maravillosa persona.
Admirada y añorada Doña Almudena Ruíz de Huidobro, alias la Cantabrona;
Salí de la tutela de tu enseñanza, terminé dos carreras universitarias, una de ellas de la materia que fundamentabas, Historia. He pasado por aulas de catedráticos, profesores titulares y profesores asociados de Historia de América, Historia Conterporánea y Historiografía, y Paleografía y Diplomática y otras materias varias en la facultad de Historia .
No hay ninguno con la disciplina, la claridad para esclarecer la estructura de la historia y amor sencillo por la enseñanza como lo hiciste conmigo y con mis compañeros. Respeto y honor a tí, mi única profesora de Historia.
«y aquí no hay más tutía».
Ojalá pudieras haber leído esto.
Pd: Esperaba que la Paleografía fuera una asignatura esencial… Que me ayudara a descrifar su letra. Todavía no lo he conseguido. Será que tengo que ser constante y volverlo a intentar.